miércoles, 31 de octubre de 2007

Electoralismo de doble vía

Tanto tiempo con la discusión sobre la esencia y el futuro del país, y, al final, lo prosaico nos puso en la pista sobre dónde queda la sensatez. España no se rompe, España se hunde. No supimos elegir el verbo, y esta cuestión semántica ha mantenido a la clase política alejada de la ciudadanía.

España no se rompe, España se hunde allá por el territorio catalán de Marsé y Maragall. Cataluña, independiente y ferroviaria, se ha puesto en pie de guerra para decir basta ante el electoralismo expreso de Zapatero. Se retrasa en Barcelona el tren de Moncloa y el catalán pide que le devuelvan la normalidad y la rutina de un ferrocarril limpio y puntual. Mientras, el nacionalismo inflamado e inflamable ni pide la república ni aporta solución. Se sabe que, pese al gracejo perspicaz de la Álvarez, en Málaga los operarios del AVE apenas han recibido lección alguna de pilotaje ferroviario.

El tren remite al romanticismo de la estación y el último beso, pero las vías, torcidas, dan la puntilla cojonera a una ministra que tiene un helicóptero público como taxi privado para surcar las Españas.

A esta tierra bandolera, surcada aún por el tren botijo, le hace falta otra política que no tenga al guardagujas como obra suprema de electoralismo.

No hay comentarios: